Cuando sabemos que hemos
llegado a lo más alto de alguna disciplina, cuando destacamos entre los demás,
y lo sabemos por los resultados obtenidos, es importante no creer que eres el
mejor.
Como bien dice el
expiloto Juan Manuel Fangio, no es
adecuado subirnos a los altares, por haber
tenido éxitos o actos
importantes; si lo hacemos, podemos llegar a
ser pedantes o déspotas con las
demás personas, lo que produce rechazo.
Creernos insuperables o superiores a los demás, hará
que nuestra calidad humana se vea afectada, y que nuestros logros se vean
deslucidos.
Por ello, hay que seguir
luchando por ser los mejores, por conseguirlo todo, por superarnos a nosotros
mismos y a nuestros rivales, pero eso sí, manteniendo la sencillez y la
humildad, para realmente ser los mejores.
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En ocasiones, creemos que el camino hacia el éxito es un
camino fácil, donde no encontraremos problemas y en el que no tenemos que
llevar a cabo esfuerzos o sacrificios; pero la realidad es muy diferente, como
se suele decir, ‘el que quiere celeste, que le cueste’, la realidad nos muestra
que siempre vamos a encontrar inconvenientes, vamos a tener que invertir
nuestros esfuerzos, sacrificios y nuestras mayores ganas y empeño en ello.
Cuanto más nos cuesta, menos ganas tenemos de seguir
luchando por el éxito, pero una vez superas esta etapa y visualizas
constantemente el objetivo, llegan los mejores momentos; alcanzamos el éxito y
nos enorgullecemos de lo conseguido.
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