"Había una
vez una extraña selva llena de monos bubuanos. Los bubuanos eran unos monos de
largos brazos y piernas cortitas, que dedicaban todo el tiempo a adornar sus
brazos de coloridas y brillantes pulseras. Cada cierto tiempo les
visitaba el macaco Mambo, con su carro lleno de
pulseras y cachivaches. En una de sus visitas, apareció con una enormes y
brillantísimas pulseras, las más bonitas que había llevado nunca. Y también las
más caras, porque nunca antes había pedido tanto por ellas.
Todos los bubuanos, menos Nico, corrieron por todas partes a conseguir plátanos suficientes para pagar su pulsera. Siendo tan caras, tenían que ser las mejores.
Todos los bubuanos, menos Nico, corrieron por todas partes a conseguir plátanos suficientes para pagar su pulsera. Siendo tan caras, tenían que ser las mejores.
Pero Nico, que guardaba plátanos por
si alguna vez en el futuro hicieran falta, y que a menudo
dudaba de que todas aquellas pulseras sirvieran para algo, pensó que eran
demasiado caras. Pero como no quería desaprovechar la visita de Mambo, rebuscó
entre sus cachivaches algo interesante, hasta dar con una caja
extraña llena de hierros torcidos. "No sirve para nada, Nico", le dijo el vendedor,
"puedes quedártela por un par de plátanos".
Así, Mambo se fue habiendo
vendido sus pulseras, dejando a los bubuanos encantados y
sonrientes. Pero al poco tiempo comenzaron a darse cuenta de que aquellas
pulseras, tan anchas y alargadas, no dejaban mover bien los
brazos, y eran un verdadero problema para hacer lo más
importante en la vida de un bubuano: coger plátanos. Trataron de quitárselas,
pero no pudieron. Y entonces resultó que
todos querían los plátanos de Nico, que eran los únicos en toda la selva que no estaban en los
árboles. Así, de la noche a la mañana, Nico se convirtió en el bubuano más rico
y respetado de la selva.
Pero no
quedó ahí la cosa. Aquella caja de raros
hierros torcidos que tan interesante le había parecido a Nico y tan poco le
había costado, resultó ser una caja de herramientas, y cuando
Nico descubrió sus muchas utilidades, no sólo pudo liberar a los demás bubuanos
de aquellas estúpidas pulseras, sino que encontraron
muchísimas formas de utilizarlas para conseguir cosas increíbles."
REFLEXIÓN
Este
cuento nos demuestra que cuando vamos a una tienda, no debemos comprar lo más
caro aunque tenga muy buen aspecto y brille mucho, ya que a lo mejor ese objeto
tan caro y brillante no es realmente lo que necesitamos, mientras que otros
objetos más baratos pueden ser de mejor utilidad.
Yo pienso
que cuando vamos a comprar debemos comprar lo que necesitamos, y así no se
derrochará el dinero que tenemos.
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REFLEXIÓN
Esta frase quiere decir que según nuestra actitud
ante la vida, nos sentiremos mejor o peor,
por ejemplo, si una persona no busca solución a un problema se sentirá
mal, mientras que si le buscamos soluciones a los problemas o situaciones negativas
nos sentiremos mejor, ya que ese problema se habrá olvidado y nos acordaremos
de cómo resolvimos ese problema y lo dejamos atrás.
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REFLEXIÓN
Esta
frase nos hace reflexionar sobre las personas que hemos conocido y de las
que nos hemos separado. Esto ha sido
porque, en verdad, esas personas no eran como nosotros pensábamos; seguramente,
si no están en nuestras vidas es porque no nos aportaban lo que nosotros creíamos: amistad, cariño,
amor...
Por
ello aunque a veces nos suponga una pena, hay que seguir adelante y pensar que
vamos a conocer a otras personas
que nos darán lo que nosotros necesitamos.
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