REFLEXIÓN
Esta frase quiere decir que el estudio no es
una obligación en sentido negativo, sino un beneficio del que debemos estar orgullosos, porque en un futuro ese esfuerzo que hagas en el presente te dará un trabajo, una casa,
una familia … que otras personas no podrán tener por no haber estudiado.
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LA
ROSA Y LA RANA
Había una vez una rosa roja muy
bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín.
Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de
que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso
que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó
al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así
lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se
sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. -Le
dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó? La rosa contestó: Es que
desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a
ser igual. El sapo solo contestó, pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a
esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
REFLEXIÓN
Esta historia nos quiere dar a
entender que todos podemos necesitar de todos en nuestra vida. Aunque creamos
que alguien que esté a nuestro lado ya no lo necesitamos, es un error porque a
lo mejor la persona que crees tu que no te va a servir para nada es aquella que te puede ayudar a salir de
situaciones difíciles.
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· El ingenio de una
hormiga
Hace un tiempo me
puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quede
asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño. Pero una hormiga en
particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba
como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar
casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero
profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de
otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo
lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y
otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo
atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y
continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo
convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber
tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su
camino.
REFLEXIÓN
A veces pensamos en los problemas, las cargas y en las
pruebas que debemos soportar, que son un obstáculo que no podemos superar.
Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas pueden
convertirse en puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar.
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· La liebre y la tortuga
En el mundo de los animales vivía una
liebre muy orgullosa, porque ante todos decían que era la más veloz. Por eso,
constantemente se reía de la lenta tortuga.
¡Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no
corras tanto que te vas a cansar de ir tan de prisa! -decía la liebre riéndose
de la tortuga.
Un día, conversando entre ellas, a la
tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una rara apuesta a la liebre.
-Estoy segura de poder ganarte una
carrera -le dijo.
-¿A mí? -preguntó, asombrada, la liebre.
-Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta
en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy divertida, aceptó.
Todos los animales se reunieron para
presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez
estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes aplausos.
Confiada en su ligereza, la liebre dejó
partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para
ganarle a tan lerda criatura!
Luego, empezó a correr, corría veloz como
el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida,
la liebre se adelantó muchísimo. Se detuvo al lado del camino y se sentó a
descansar.
Cuando la tortuga pasó por su lado, la
liebre aprovechó para burlarse de ella una vez más. Le dejó ventaja y
nuevamente emprendió su veloz marcha.
Varias veces repitió lo mismo, pero, a
pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando sin detenerse. Confiada en su
velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida.
Mientras tanto, pasito a pasito, y tan
ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la
liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde,
la tortuga había ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y
aprendió una lección que no olvidaría jamás.
REFLEXIÓN
Las personas se confían mucho en ellos
mismos porque se creen mejor que los otros, se relajan y, entonces las otras
que van más lentas, cada vez aprenden un poco más.
En cambio las personas que se
confiaron, se dan cuenta demasiado tarde y ya no pueden hacer nada.
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