domingo, 26 de octubre de 2014

Ana

Dos entraditas de Ana Menéndez, de 2ºA: 


"Cuando tengas un día malo te aconsejo que veas este vídeo. A la hora de escucharlo hazlo con los ojos cerrados e intenta creértelo de verdad. A mí este vídeo me ha transmitido que no tienes nada que envidiar de otra persona ni intentar cambiar para satisfacer a los demás porque cada uno tiene algo en que destacar, pero no necesariamente tiene por qué ser el mismo rol. A veces te enfadas contigo mismo porque podías haber dado lo mejor de ti y no lo has hecho, en esos momentos te puedes estancar pero esas heridas sirven para esforzarte más próxima vez y fortalecerte. Me han hecho reflexionar las siguientes frases:

- Si cambias dejarás de ser tu mismo, y si dejas de ser tu mismo te habrás perdido.

- Todos queremos sonreír pero llorar nos hace humanos.

-Te dejo que llores si quieres, te dejo que te enfades si quieres, puedes pasar el día lamentándote pero lo único que habrás conseguido es perder un día maravilloso.

- Te dejo que llores hoy, si sonríes mañana."

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabrina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su vida para cuidar a su madre!¡Es maravillosa! Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último durazno que quedaba en la canasta.
-¡Parecen ricos!-dijo el rey.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último durazno.
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para darme el último durazno de la canasta. ¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey.
Sentado con su amigo más confidente, le decía:
-Nunca se portó como una reina, ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.
 
"Este relato es de Jorge Bucay.

Al terminar de leer este relato seguramente habrás pensado que el  rey es un carota de mucho cuidado, pero no te habrás fijado que si lo adaptamos a situaciones de la vida cotidiana nosotros somos los primeros que actuamos como él.
Muchas veces amoldamos las situaciones a nuestro antojo por beneficio propio, olvidándonos de que detrás de esa historia hay una persona, una persona a la que querías y que por algún motivo no te enfadaste en su momento, si no te acordaste es que no era importante, si no lo apreciaste no era para tanto…son cosas que no tenemos en cuenta y en este caso aquello en su momento no importó lo más mínimo porque que miraba a la chica de otro modo a como la miró años después."

No hay comentarios:

Publicar un comentario