“Mariposa
de la sierra” de Antonio Machado.
¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos,
y de sus cumbres agrias?
Para que tú nacieras,
con su varita mágica
a las tormentas de la piedra, un día,
mandó callar un hada,
y encadenó los montes
para que tú volaras.
Anaranjada y negra,
morenita y dorada,
mariposa montés, sobre el romero
plegadas las alillas o, voltarias,
jugando con el sol, o sobre un rayo
de sol crucificadas.
¡Mariposa montés y campesina,
mariposa serrana,
nadie ha pintado tu color; tú vives
tu color y tus alas
en el aire, en el sol, sobre el romero,
tan libre, tan salada!…
Que Juan Ramón Jiménez
pulse por ti su lira franciscana.
Se lo dedicó a Juan Ramón Jiménez por su libro
“Platero y yo”.
Lo que me llama la atención de este poema es que en él
el autor no habla de una mariposa colorida y que destaque como siempre suele
hacerse. Trata de una mariposa común y monótona como otra cualquiera. También
me resulta curioso el hecho de que es mucho más sencillo escribir un poema
sobre algo que ya es bonito que hacerlo sobre algo que no lo es.
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