Tino y Gilberto, de 2ºA y B respectivamente, nos ofrecen la siguiente historia:
QUIEN NO TIENE
PRINCIPIOS,
ES DE QUIEN ESTÁ SUJETO A UN FINAL
CAPÍTULO 1
Me desperté en
aquella habitación oscura, con apenas una rejilla por la que no se veía nada y
un mísero retrete. Ya llevaba una semana, pero parecía una eternidad.
Se acercó un guardia
con una cara que definía normas en su mirada, una cara posible de interpretar
diversas leyes...
Mientras daba unos
firmes pasos, a gritos decía:
- ¡Al comedor!
Abrieron mi celda,
y por entonces sentí algo más de libertad, aquella que me quitaron hace
tiempo...
Al llegar al
comedor me encontré con García, pensaba que era un chulo pero al conocerlo
sabía que sería la mejor persona de la trina.
Pensé que ya todo
había acabado, pues era huérfano, y solo tengo un hermano con el que mantengo
el mínimo contacto, hay cosas en el pasado que nos han distanciado y ha sido
difícil unirnos de nuevo.
Pasé unos días
difíciles, no tenía dinero para costearme un buen abogado que me sacase de
aquí, en busca de mi libertad, una nueva vida, si allá fuera no era feliz...¿aquí
lo iba a ser?
CAPÍTULO 2
Me dirigí hacia
aquel cutre gimnasio que tenía tres barras y poco más, fui con García y le
empecé a contar mi pasado:
- ¿Cómo has
llegado hasta aquí? - le digo García
- Todo empezó con
el fallecimiento de mi abuela cuando tenía 14 años, me metí en el mundo de las
drogas entre aquellos chiquillos aislados del instituto, aquellos que faltaban casi todos los días,
aquellos que siempre se adelantaban a todo y hacían todo por primera vez.
Empecé a fumar con ellos, apartarme de la sociedad y a entrar en un callejón
sin salida. A mis padres también les costó aceptar el fallecimiento de mi
abuela, era el pilar de la familia, aquella que hacía todo lo posible por cenar
juntos en noche buena... Mi profesor de biología se enteró de mi adicción y se
puso en contacto con mis padres, la primera decisión fue hablar conmigo y
restringirme las salidas, no darme dinero y controlarme todos los segundos de
mi vida, al menos, por entonces... Me metieron un centro de menores especializados
en mi problema, pasé 4 años de mi vida, salí de aquel sitio que me destrozó la
vida cuando ya era mayor de edad. No
tenía estudios, y por tanto, trabajo. Tenía que complacer mis vicios y para
ello empecé a robar, primero a los padres de mis amigos pero después, robaba a
negocios... Pero... ahora estoy aquí por el asesinato de un chico, no fui yo,
pero las pruebas dicen que sí.
- y tú, ¿por qué
estás aquí?- le dijo Suárez
Simplemente un
robo a una joyería y se me acusa que fui yo porque tengo antecedentes penales.
Juntos pasaron la
mañana en el gimnasio hablando de su pasado y el por qué están ahí.
CAPÍTULO 3
Al salir del
gimnasio fuimos juntos al comedor, cogimos la bandeja y nos dirigimos al
mostrador a escoger entre aquellas pocas y variadas comidas. Mi bandeja tenía
un poco de arroz y ensalada, la de él, un pan abierto y algo de ensalada para
rellenar, de bebida solo había agua de un chorro de la cual, se podía decir que
no era la mejor que sabía.
El día continuó y
la vida siguió, bueno... ``vida´´ que te quiten la libertad sin razones es
duro, todos los días son actos de impotencia sin saber qué hacer y estar en un
sitio donde tu palabra no vale nada, es duro, muy duro.
Cuando salimos del
comedor, pasamos el día en el patio, compartiendo nuestros buenos momentos y
los no tan bueno, de todas nuestras conversaciones, la que más recuerdo es
esta:
- A sus órdenes
señor - le dije seriamente en tono irónico.
- Hazme feliz por
un día y apártate de mi camino - me dijo él sin pensarlo dos veces.
Esta respuesta no
me la esperaba pero continué.
- No puedo hacer
real lo imposible cuando mi vida entera es una fantasía - le dije riéndome,
quizás, para no llorar.
Una leve sonrisa y
me contestó:
- Pe...
pe...pero....Suárez, ¿cómo un tío tan fuerte como aparentas ser tu puede ser
así? No puedo entender esto, tenía una imagen paralelamente distinta a lo que
acabo de oír.
- Acuérdate amigo
mío, no todos somos los que aparentamos ser, por eso no todas las personas que
nos dan sorpresas son objetos...
Con una mirada que
parecía un poema y sin añadir nada más, la conversación acabó.
CAPÍTULO 4
Era la mañana del
Lunes, 1 de diciembre de 2013, recuerdo perfectamente esta fecha, es una de
esas fechas que nunca se olvidan, sobretodo, por el motivo.
García y yo nos
encontrábamos en distintas celdas, por lo que hasta las 9 de la mañana cuando
era la hora del desayuno y abrían aquellas absurdas rejas no nos podíamos ver.
Desubicado en
aquel comedor, no lo encontré y enseguida me preocupé.
Más tarde me di
cuenta de que no era el único que faltaba y empecé a preguntar, era el primer
día del mes, y esto significaba que se retiraban los que cumplían la condena
impuesta a cada uno.
En ese momento, me
dirigí a su celda, la número 13, era de esperar, no estaba...
García había
cumplido sus cinco años de condena impuesta en aquel juicio.
Me fastidió que no
me hubiera contado esto, sabiendo toda la confianza que deposité en él al
contarle un breve resumen de mi vida.
Me encontraba
solo, no tenía a nadie.
Y la vida siguió,
como las cosas que no tienen mucho sentido...
CAPÍTULO 5
Tras aquel duro
día, comenzó otra jornada en aquel ``infierno´´ se podía decir.
Martes, 2 de
diciembre de 2013. Como era de costumbre, los martes de 10 a 12 de la mañana
después del desayuno, habían visitas de algunos familiares, amigos...
Cuando estaba
depositando la bandeja en la salida del comedor, un guardia se le acercó
diciéndole:
- Tienes una
visita - le dijo seriamente.
- ¿Cómo? ¿yo? - me
preguntaba sabiendo que la única persona que vendría, tampoco lo haría.
- Sí, un chico
pregunta por ti. Acuda a la sala o perderá su tiempo - le dijo el guardia.
Me dirigí hacia
aquella sala que pensé que nunca iba a pisar. Y sorprendentemente, estaba él.
¡García!
No dudo en
acercarse a él y darle un abrazo amistoso. Sin dudarlo más le pregunté:
- ¿Qué haces aquí?
- pregunté enfadado pero sorprendido.
- Pues eso, acabé
mi condena y salí de esta basura. - me respondió
- Pero... ¿por qué
no me dijiste nada? - le volví a preguntar.
- Ni yo mismo me
acordaba que esto acabase ayer, me lo dijeron sin darme tiempo a despedirme de
mis compañeros y por eso ahora estoy aquí. - me respondió.
- Tengo algo
importante de contarte, hoy me han confirmado lo de la cadena perpetua... esta
noticia me ha destrozado. - le dije bajando la cabeza.
- No te preocupes,
buscaremos una solución.
CAPÍTULO 6
Pasaron aquellos
duros días sin él.
Y otra vez llegó
el martes el día de las visitas.
No lo esperaba,
pero él acudió de nuevo.
Y ...¿ahora? ¿qué
haces aquí? - le pregunté.
Tras tu noticia he
decido planear una huída perfecta - me respondió.
- ¿¡QUÉ!? -
exclamé y pregunté.
- Pues eso, que he
conseguido los planos de la cárcel y he planeado la huida perfecta, te
explico.- me dijo.
- Pe...pe..pero,
haber explícate. - le repliqué.
- He conseguido
toda la información de la cárcel, en cuanto a salidas, muros, entrada de
alimentos, salida de los residuos...
- ¿y....? le
pregunté.
- ¿Sabes la puerta
verde al fondo del patio que pone salida de emergencia? - me preguntó con ese
tono maligno.
- Si...¿por? - le
pregunté.
- Esa puerta da a
la sala de visitas. Los martes a las 11,55
ya no quedan familiares, amigos... y los guardias están en la salida
registrando a éstos. Entonces a esta hora cruzamos esa puerta y dentro de la
sala hay un gran conducto de ventilación que conecta toda la cárcel con la
salida. Habría que llevar unos tornillos de estría para abrir las rejillas y
con un mapa que tengo preparado, nos dirigimos hacia la salida. Habrá que
saltar pero, justamente debajo coincide un gran contenedor que puede servirnos
para saltar y caer bien.
-¿ Y si nos
perdemos en ese gran laberinto de conductos de aire? - le repliqué.
- No te preocupes
está todo organizado. El próximo martes, prepárate. A las 11,50 sitúate
enfrente de la puerta verde.
Capítulo 7
Cuando ya casi
había cumplido un mes aquí en la cárcel, llego el esperado martes.
Ésta vez, no me
llamaron, no había venido nadie... yo lo esperaba y me asusté. Aún así, acudí
como me había dicho a las 11:50 a aquella puerta verde del fondo.
Cuando estaban
desalojando la sala y no quedaba nadie, me introduje en ésta y enseguida
apareció él.
Me gritó:
- ¡RÁPIDO! ¡VEN!
- ¡ NO GRITES ! -
le repliqué.
Me acerqué hacia
aquella gran rejilla negra, él empezó a desatornillar todo y cuando terminó fui
yo el primero en entrar y después él. De nuevo, tuvo que atornillarla de alguna
manera.
Ahí dentro estaba
todo oscuro y hacía frío. Con una linterna y un mapa nos fuimos moviendo,
gateando o arrastrándonos, en función del ancho del tubo.
Había que hablar
bastante bajo porque la mínima voz se podía oír en toda la cárcel debido al
eco.
Estaba muy
nervioso, cualquier paso en falso y todo acabaría ya. Esto es o la gran
victoria o la derrota definitiva.
Y el trayecto
continuó...
CAPÍTULO 8
Ya empezaba a
notar los dolores de la espalda, pisé un agujero pequeño que hizo algo de
ruido, el corazón palpitaba a mil por hora, pero por suerte no pasó nada.
y.. ¡por fin!
Llegamos hasta la salida, contento y entusiasta le dije:
- ¡ venga ! ¡
Desatornilla ya!
Empezó a
desatornillar y de una patada quitó aquella absurda reja que abría puertas a la
libertad.
Inesperadamente,
allí estaba Antonio, mi hermano, en su Audi A3. Por lo visto él era muy buen
amigo de García y al enterarse de que el Antonio que él conocía era mi hermano,
no dudó en llamarlo y contarle todo lo planeado y le añadieron una estrategia
al plan. Desde Seattle, dónde el trabaja para su empresa, sacó un billete de
avión para ir hasta la cárcel, y otros tres de vuelta. En su coche, fuimos de
inmediato al aeropuerto solo quedaban cinco minutos para embarcar.
Me emocioné mucho
con este reencuentro inesperado, pero le estoy muy agradecido, ahora vivo libre
y soy una nueva persona, me ha explicado cómo funciona su empresa y ahora
trabajo con él. Esta vida es la que había deseado hace mucho tiempo atrás nadie
supo darme esta vida y por eso le estoy tan agradecido, apareció en el mejor
momento de la mejor manera.
Ahora somos hermanos.
Ahora soy una persona.
Ahora soy ...
FELIZ