Claramente estaba acostumbrado al rechazo, desde que era
un chaval no había tenido verdaderos amigos, bueno, en realidad sí. Había
tenido a mucha gente a mi alrededor. Ellos...supongo que estaban interesados en
mi por mi apariencia. Dicen que soy muy guapo. Eso a mí la verdad es que no me
importa mucho. Siempre he tenido las ideas bien claras, y eso, unido con que
desde pequeño tuve una sobreprotección extrema por parte de mis padres me llevo
a escaparme de casa con tan solo quince años. Justo al acabar la secundaria.
Era un chico listo y me supe buscar más o menos la vida, empecé trabajando
nueve horas al día en un restaurante chino, sin contrato claramente, pero
pagaban bien. Aún así si hoy en día me viese en esa situación no me dignaría a
trabajar en tales condiciones, aquello era simplemente repugnante. Por suerte
sólo estuve una temporada allí, lo justo para ahorrar algo de dinero y
alquilarme durante varios meses un pequeño piso. Luego seguí haciendo trabajos
a tiempo parcial, hasta que por fin, un día salí de allí. Cogí el tren a las
siete de la mañana con mis ahorros e intenté llegar a la parada más lejana que
pudiera. Eso fue el inicio de una gran época para mí, hasta entonces había
estado bastante cerca del lugar en el que vivían mis padres y creo que eso fue
una especie de empujoncito, un empujoncito que me animó a hacer cosas nuevas,
conocer gente. Poco a poco iba buscándome la vida como pudiera, y para ello era
necesario tener amigos, amigos que te pudieran echar un cable y ayudarte en los
momentos de necesidad. Me instalé en un apartamento en la playa, la verdad es
que el alquiler me costaba un poco caro para lo que me ofrecía pero no me
importaba, porque en ese momento hacía lo que quería. Como aún era menor seguía
trabajando sin contrato, la verdad, no me importaba porque gracias a mi buen
físico y mi don de gentes solía engatusar a los clientes de los lugares en los
que trabajaba.
Una de mis pasiones era la
tecnología, y uno de mis sueños era montarme un negocio que tuviera que ver con
eso, pero mi situación económica en ese momento...no me lo permitía. Vivía
bien, pero sin lujos. Ni siquiera tenía teléfono móvil, ni tampoco internet.
Sólo tenía un pequeño portátil con el que me conectaba a internet algunas
tardes en las que me tocaba el último turno en la cafetería. Cerraba el bar y
miraba las redes sociales. Curiosamente tenía una obsesión, la de mirar el
perfil de Facebook de mi hermana pequeña, yo la quería mucho y puede que fuese
la única razón de mi arrepentimiento al haberme ido de casa. Por aquel entonces
ella tendría unos 14 años, yo estaba a punto de cumplir 17, pero el trabajar
tanto...me hacía parecer como si tuviera casi 25. No me importaba mucho, para
mí el físico era algo que había que explotar en el ámbito laboral, y la verdad,
eran muchas las chicas que me pedían dar una vuelta después del trabajo.
Supongo que era porque en mi tiempo libre al no tener nada que hacer solía
pasar largas horas en el gimnasio, y que también solía salir a correr. Pero
bueno, en aquel momento yo no tenía la cabeza puesta en encontrar una chica ni
nada parecido, al fin y al cabo aún tendría mucho mas tiempo para experimentar,
y yo era un chico paciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario