"A mi hermana.
Quizá, algún día cuando te levantes, cuando mires a tu alrededor y todo sea
distinto, cuando sientas que te has hecho grande, comprendas de una vez mis
todavía extrañas palabras.
Algún día despertarás y todo habrá cambiado, las farolas no serán tan
altas, y lo que tú hagas siempre repercutirá en otra persona, ahí serás
consciente de que las palabras duelen más que los golpes. Siempre habrá
palabras que te duelan escuchar, o por el contrario que te hagan sonreír.
Cuando creces, te das cuenta de todo lo que desaprovechaste mientras soñabas
con hacerte mayor. Eso es algo que nos pasa a todos, queremos lo que no
tenemos, y cuando lo tenemos, añoramos lo otro. O quizá es lo que dijo en su
momento alguien “los humanos no sabemos lo que tenemos hasta que un día, de
pronto, se va”
Y es que las cosas a veces se van sin avisar, sin despedirse, me hubiera
gustado, cuando era niña, que me hubieran dejado vivir un momento mi actual
vida, quizás entonces hubiera aprovechado mejor mi infancia, esa en la que
todos los niños nos llevábamos bien y si había un problema se arreglaba con un
“perdón” y un simple abrazo, sin rencores. Esa infancia en la que el castigo
más fuerte que había era quedarte sin recreo, y lo pero que podía pasar era que
le escribieran una nota a mamá. Por eso me da miedo mirar atrás, y ver que todo
eso ya es historia, que ya pasó.
Que nunca volveré a esos días en los que pensaba que mi madre era la mejor
del mundo, y que los hombros de papá eran el lugar más alto del universo."
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