jueves, 9 de abril de 2015

Daniela

Daniela, de 1ºB:


QUIERO TENER UN MILLÓN DE AMIGOS 


Si tuviera millones de amigos, le pediría a cada uno una moneda y seria millonario.
Si tuviera 500 mil amigos, les pediría tomarnos de las manos para unir el país.
Si tuviera 200 mil amigos, fundaría una ciudad donde todo el mundo me saludara con una sonrisa.
Si tuviera 25 mil amigos, la empresa de teléfonos me cortaría la línea cada vez que cumpliera años.
Si tuviera 6 mil amigos, me gustaría ser padrino de 6 mil niños.
Si tuviera mil amigos, tendría mil manos para mi.
Si tuviera 365 amigos, pasaría cada día del año con uno de ellos.
Si tuviera 100 amigos, tendría cada día cien consejos.
Si tuviera 10 amigos, mi madre tendría 10 hijos más.
Si tuviera 4 amigos, tendría aseguradas cuatro manos que cargarán mi ataúd.
Si tuviera 2 amigos, seria 2 veces más feliz.
Pero si tuviera un solo amigo, no necesitaría tener más.
Hay quienes quieren tener un millón de amigos cuando cada uno de vale millones……
Reflexión 
A veces queremos tener muchos amigos, pero en realidad por muchos que tengas nunca vas a tener a uno realmente especial a tu lado, porque no te darás cuenta y querrás tener siempre más pero sin cuidar a cada uno de ellos como se merecen.
Aunque creamos que por tener un solo amigo no somos buenos o que los demás son mejores que nosotros, tenemos que pensar que un solo amigo al que cuides y que te quiera es mejor y más importante  que tener a montones y no quererlos de verdad.
Por muchos amigos que la gente diga tener en las redes sociales eso no es verdad, ya que no los conocen en persona y a veces ni se saben sus nombres; sólo hay que mirar bien para saber que esa persona nunca está con nadie en la realidad. 
No queramos tener a tantos amigos si no podemos querer realmente a uno solo.

CÓMO SE ABRIÓ EL SENDERO

Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor manera.


Reflexión 

Muchas veces tomamos las decisiones que creemos más fáciles sin preguntarnos si realmente la que escogemos es la mejor; sólo queremos trabajar lo menos posible y no queremos tener que pensar en otras soluciones si ya nos han dado una.
Cuando en la vida se nos presenta una dificultad tenemos que pensar dos veces la decisión que sea mejor sin dejar que las opciones que parezcan más fáciles nos hagan equivocarnos y hacer que vallamos por el camino que, aunque aparentemente es más fácil, es más difícil y complicado.
Debemos darnos cuenta de todas las opciones que tenemos día a día para ser mejor y que desaprovechamos porque pensamos que con un poco que nos esforcemos nos dará para salir adelante, pero si siempre dejamos que eso pase con el tiempo no nos servirá y nos costará más volver al buen camino.
Debemos esforzarnos lo máximo que podamos para así obtener los mejores resultados.


El águila, el cuervo y el pastor 


Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de qué clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.


Reflexión 


Este relato nos quiere decir que debemos prestar atención a lo que nosotros estamos preparados para hacer y no envidiar lo que hacen los demás.
Si vamos por la vida pensando que los demás hacen cosas mejores que nosotros no nos irá bien, ya que aunque practicando nos pueden llegar a salir determinadas cosas hay otras muchas que no y no por eso somos peores que otras personas, eso sólo significa que somos diferentes y que a nosotros nos pueden nos saldrán mejor unas cosas.
Debemos entrenar para lograr nuevos logros, pero no debemos forzarnos demasiado ni frustrarnos por lo que no nos salga y hay que recordar que cada persona es diferente pero no por eso es mejor ni peor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario