La rana que
no quiso morir
Un
grupo de ranas viajaba por el bosque, y de repente, dos de ellas cayeron en un
hoyo profundo.
Todas
las demás se reunieron alrededor del hoyo, y les dijeron a las dos del fondo,
que a los efectos prácticos se debían dar por muertas.
Las
dos ranas no hicieron caso de los comentarios de sus amigas, y siguieron
tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.
Las
otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las otras decían y se
rindió. Se desplomó y murió.
La
otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la
multitud de ranas le gritó que dejara de sufrir, y simplemente se dispusiera a
morir. Pero la rana saltó cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió
del hoyo.
Cuando
salió, las otras ranas le preguntaron: – ¿No escuchaste lo que te decíamos?
Para
sorpresa de todas, aquella rana era sorda, y ella pensaba que las compañeras la
estaban animando a esforzarse más y más para salir del hoyo.
OPINIÓN:
Yo
creo que a veces, las opiniones de las personas pueden provocar doble acción,
beneficioso o perjudicial para uno mismo.
Una
palabra de aliento a alguien que se siente desanimado, puede ayudar a
levantarlo y que al finalizar el día se sienta mejor. Sin embargo, una palabra
negativa / ofensiva a alguien desanimado, puede ser que acabe por destruirlo.
Hay
que intentar animar a la persona que se encuentra mal, para que así vea un
camino por el que pueda salir de ese bache en el que se encuentra, y
transmitirle positividad para que siga en la lucha en tiempos difíciles.
Debemos
tener cuidado con lo que decimos, y también, con lo que escuchamos; no siempre
es bueno prestar atención a todo lo que nos dicen. Tenemos que escuchar y
utilizar solo lo que es bueno y lo que nos vaya a beneficiar.
Si
alguien viene con algún problema a nosotros, debemos transmitirle vida,
alegría, esperanza,… a veces una palabra de ánimo puede hacer mucho bien.
El
árbol de manzanas
Hace mucho tiempo, existía un enorme árbol de manzanas.
Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba
al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba
al niño.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció, y nunca más
volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día, el muchacho regresó al árbol y escuchó que el
árbol le dijo tristemente:
“¿Vienes a jugar conmigo?” -pero el muchacho contestó: “Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos”.
“¿Vienes a jugar conmigo?” -pero el muchacho contestó: “Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos”.
“Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero… Te
sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás
el dinero para tus juguetes”.
El muchacho se sintió muy feliz.
Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol
volvió a ser feliz.
Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el
dinero, y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso
feliz y le preguntó:
“¿Vienes a jugar conmigo?”
“¿Vienes a jugar conmigo?”
“No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi
familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos.
¿Puedes ayudarme?”…
” Lo siento, pero no tengo una casa, pero…tú puedes
cortar mis ramas y construir tu casa”.
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo
feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más regresó, y el árbol volvió a
estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre apareció, y el
árbol se sintió contento. “¿Vienes a jugar conmigo? le preguntó. El hombre
contestó: “Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y
descansar. ¿Puedes darme uno?”. El árbol contestó: “Usa mi tronco para que
puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz”. El hombre cortó el
tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le
dijo: “Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte ni siquiera manzanas”.
El hombre replicó “No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar…Ahora
ya estoy viejo”.
Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo,
“Realmente no puedo darte nada…. la única cosa que me queda son mis raíces
muertas”. Y el hombre contestó: “Yo no necesito mucho ahora, sólo un lugar para
descansar. Estoy tan cansado después de tantos años”.
“Bueno, las viejas raíces de un árbol, son el mejor
lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa”.
El hombre se sentó junto al árbol y éste feliz y
contento sonrió con lágrimas.
OPINIÓN:
Esta historia refleja lo que en algún momento podemos
hacer cada uno de nosotros, ya que el árbol son aquellas personas a las que
recurrimos cuando necesitamos algo o tenemos algún problema… Por ejemplo, el árbol
puede representar a nuestros padres,
puesto que cuando somos niños, ellos nos dan todo lo que necesitamos, juegos,
bienestar, estudios…, pero cuando crecemos, muchas veces nos alejamos de ellos,
y sólo regresamos cuando los necesitamos o estamos en problemas, como bien dije
antes. No importa lo que sea, ellos siempre están a nuestro lado y nos dan todo
lo que pueden para ayudarnos.
Tenemos que valor a las personas, no sólo por las cosas
que nos puedan aportar materialmente, sino que hay que tenerlos siempre
presente en todos nuestros momentos, en los buenos y en los malos.
A veces, cuando
alguien nos hace algo doloroso, (o bien somos nosotros los que lastimamos a
alguien), se nos queda ese sentimiento de rencor, ese pensamiento de “me ha
dolido lo que me ha hecho tal persona”… y la verdad es que es desagradable,
porque ya no la podemos ver como antes… por lo tanto, considero que es muy
bueno que se recapacite sobre lo que se hace, y aunque muchas veces sea un poco
difícil, ya sea porque las personas podemos pecar de orgullosos, o nos de
vergüenza, debemos pedir “perdón”, y así además de quitarnos esa espinita, ese
rencor que se nos queda, podemos retomar una amistad, que a veces, por
tonterías se pueden perder por no pedir perdón.
¿Por qué es tan difícil ser paciente
con algunas situaciones?
¿Es el excesivo afán por alcanzar y
conseguir cosas lo que nos impacienta?
Seguramente que a muchos de nosotros nos impacienta
esperar, nos molesta cuando algo no funciona como queremos, intentamos hacer
muchas cosas rápidamente, al trancazo y la mayoría de las veces no nos sale y
nos terminamos enfadando… Nos impacientamos con facilidad.
Debido a esta impaciencia perdemos todo lo bueno de la vida. Nos enojamos y nos llenamos de resentimiento hasta que, finalmente, nos sentimos insatisfechos y descontentos con lo que estamos realizando.
Debido a esta impaciencia perdemos todo lo bueno de la vida. Nos enojamos y nos llenamos de resentimiento hasta que, finalmente, nos sentimos insatisfechos y descontentos con lo que estamos realizando.
Por ello debemos pensar antes de actuar, y saber cuál es
la mejor opción para que nos salga bien el propósito que queremos llevar a
cabo.
¡¡¡Coge una!!!... La
verdad es que yo las cojo todas, ya que
me aportan todo lo que uno necesita para intentar ser feliz, ver más allá de los problemas que nos puedan
aparecer en la vida, aprender de ellos, y valorarnos a nosotros mismos, porque SÍ somos capaces de cambiar algunas
situaciones.
Creo que lo mejor es
ver la vida positivamente, y ante un tropiezo, ¡puff!, levantarnos (ya cogí una), y cambiarla por creo en mí (ahí va otra), nada es imposible (hala… otra)
si lo intentamos con ganas…
Está más que
comprobado que la gente que es positiva, es más feliz, y aportan más cosas
útiles para cambiar el mundo, y la gente que es negativa sólo la ven en blanco
o en negro….
Yo quiero verla en
COLOR, ¿y tú?
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