martes, 3 de febrero de 2015

Andrea

Andrea, de 2ºA, comparte con nosotros estos textos:

Hay momentos en los que nos toca sufrir, y de un momento a otro todo cambia de manera radical, nos cuesta aceptar que nuestra vida desgraciadamente, ha cambiado.
Cuesta acostumbrarse a echar de menos, lo sé, sientes un vacío que nadie es capaz de llenar, y notas como te late el corazón como si se fuera a salir del pecho.
En la vida las cosas llegan, te marcan y se van sin importar lo que puedas sufrir tú. Nos hacemos fuertes a base de aguantar golpes, y en ocasiones aguantarlos duele más que el golpe en sí. Es duro ver como todo lo que tienes se te escapa de las manos, como cuando tu intención es soplar un diente de león y el viento se adelanta. Sufres por no poder romper con el tópico de que tus abuelos te vean nacer y crecer, y tú envejecer y morir. 

Luego está la familia que escogemos, los amigos que pueden lograr que sonrías incluso en tu peor día. Quizá no son los más guapos, ni los más listos, pero sí esos que han estado ahí en las buenas y en las malas, y eso no lo puede cambiar nadie. Señala al cielo y que ese sea tu límite, que si te caes dos veces vas a levantarte diez, y nunca me cansaré de decir que estaré aquí para todo, arrasando con todo aquello que nos impida ser felices.  

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No sé si para ti este es un buen día, ni siquiera sé si te has levantado con el pie izquierdo, ni tampoco a qué narices viene ese dicho, pero hay días en los que no sabes por qué, te vienes abajo sin motivo aparente y a veces desearías que alguien te entendiera o que simplemente alguien se diese cuenta para así poder darte un abrazo, un abrazo de esos que a veces, necesitas y no tienes. 

Cada uno tiene su vida, sí, pero no siempre cada persona es lo suficientemente fuerte para poder con ella. La mayoría de las personas de nuestro alrededor ni se dan cuenta de lo hecho mierda que llegamos a estar a veces, se supone que para nuestra edad no existen los problemas y, el único problema es que no se detienen a conocernos, ni siquiera a preguntarte si estás bien o cómo te ha ido ese examen, ¿Qué tal con las amigas? ¿Y ese chico que te gusta qué? ¿Lo poco que a veces llegas a quererte? ¿Si aún sigues llorando a esa persona que has perdido? Nunca se paran a preguntar si estamos teniendo un buen día hasta que no nos ven en nuestros límites. Lloramos, y a veces es bonito que alguien se de cuenta de que estás mal antes de llegar a esos extremos, por eso, hoy aquí y ahora, quiero decirte que por muy grandes o pequeños que consideres tus problemas, no hay nada que no se arregle con el tiempo. Quiero que aunque mires a tu alrededor y no veas a nadie, siempre tendrás a alguien, yo o cualquier otra persona que quiera verte feliz. Es duro, es duro seguir día tras día cuando te das cuenta de que hay la misma mierda de siempre en diferentes momentos, y parece que no se acaba pero oye, somos jóvenes y las malas rachas no pueden durar eternamente, siempre podemos intentar echarle narices y acabar con ellas antes de que éstas acaben con nosotros. 
No he venido aquí a decirte que todo va ir a bien, ni que las cosas mejorarán porque eso no lo sé ni yo, solo he venido a decirte que no estás sola porque estoy segura de que en cualquier parte del mundo tienes a alguien que sería un poco más feliz si tu lo fueses y por eso, muchas veces yo sonrío, por ti, porque me paro a pensar y me doy cuenta de que mi felicidad no solo es la mía sino también de aquellos que me importan y les importo. Y no sé si hoy para ti es un buen día pero, fea, quizás mañana lo sea y tú podrías hacer que lo fuese. Siempre he dicho que todo se arregla menos la muerte y para eso aún queda mucho. Escúchame, sé que eres fuerte, solo hay que verte después de haber soportado toda la mierda que has tenido que soportar, sigues aquí, mírate, yo estaría muy orgullosa de alguien como tú. Así que no des todo por perdido, ni tampoco te hundas porque no vale la pena y si de algo estoy segura es de que vale la pena, eres tú la que vale la pena. Que se de sobra que a veces sientes que el mundo se te cae en pedazos, y que no puedes hacer nada por evitarlo, sé muy bien cómo te sientes, pero quiero que sepas que hay una salida para este laberinto, y que un día llegará alguien que te sacará cien sonrisas por cada lágrima que derramaste encerrada en esas cuatro paredes, los testigos silenciosos de tu condena. Oye cielo, estoy aquí.




Reflexión:


Vi en internet un trocito de este texto, me fascinó, y decidí continuarlo. He querido reflejar (aunque realmente no sé si lo he conseguido) la soledad que a veces sentimos los adolescentes, y no solo los adolescentes. Es un vacío que parece imposible de llenarse, y yo quiero decir, que si alguien alguna vez tiene un problema, mientras yo pueda, jamás estará solo. 

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