martes, 3 de febrero de 2015

Daniela

Esto nos cuenta Daniela, de 1ºB:


TE COMPRO UNA HORA
El niño tenía once años; era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, lo ganaba bien y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:

– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?.
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.


Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:

– Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que hablan con su padre...

El padre le abrazó.

REFLEXIÓN 
Muchas veces creemos que el dinero y el tener lo que deseamos lo es todo pero, lo que verdaderamente importa es estar con nuestros seres queridos, porque el dinero se va pero la familia y los amigos no.
Debemos prestar más atención a lo que verdaderamente importa, la gente a la que quieres, más que al dinero o el poder tener más que la otra persona, porque puede que esa persona tenga algo mucho más valioso que lo que tú tienes, tiempo para pasar con la familia y los amigos.
Siempre es mejor apoyarse en las personas que te quieren que en el valor de las cosas materiales, ya que con el tiempo esos objetos pierden valor, pero el amor de esas personas nunca se acabará por mucho tiempo que pase.


El Ángel
Cuenta la antigua leyenda que un niño que estaba por nacer le dijo a Dios:

-Dicen que me vas a enviar mañana a la tierra pero ¿cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
-Entre muchos ángeles te escogí uno para ti, que te está esperando, él te cuidará.
-Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz. Y ¿cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma en que hablan los hombres?
-Tu Ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
-Y ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?
-Tu Ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar.
-He oído que en la tierra hay hombres malos ¿Quién me defenderá?
-Tu Ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
-Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
-Tu Ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante una paz reinaba en el cielo, pero se oían voces terrestres y el niño presuroso repetía suavemente.

-Dios mío, si ya me voy dime su nombre. ¿Cómo se llama mi ángel?
-Su nombre no importa; tú le dirás MAMÁ... 


REFLEXIÓN 


Este texto nos transmite que cuando nacemos nos encontramos indefensos en el mundo, pero que siempre hay una persona que nos cuidará y nos enseñará todo lo que debemos saber, y que aún metiéndonos en problemas siempre nos acogerá con cariño aunque su vida corra peligro.
Casi nunca le damos las gracias a nuestras madres por todo lo que hacen por nosotros sin esperar reconocimiento alguno por ello, por lo que yo creo que, haciendo lo que hacen, un solo día para agradecérselo me parece poco y de verdad creo que deberíamos darles las gracias todos los días, porque al fin y al cabo tanto no nos cuesta.


LAS TRES REJAS
Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
-Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! –lo interrumpe el filósofo- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad, no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.



REFLEXIÓN 

Muchas veces le decimos a alguien algo malo que han dicho sobre esa persona pero sin saber si lo que le vamos a decir es verdad o no porque suele pasar que lo oímos de terceras personas que a lo mejor tan poco lo saben con certeza o que si lo que vamos a contar va a beneficiar a alguien o, al contrario, lo va a perjudicar, por último también se lo decimos sin necesidad alguna, ya que eso no va hacer que algo cambie o que las cosas vayan a mejor; por lo que el texto nos quiere decir que si no cumple con ninguna de esas expectativas no hace falta decirlo y es mejor que lo olvidemos.

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