domingo, 9 de noviembre de 2014

El mal carácter

Alejandro Suárez, de 2ºB, comparte con nosotros el siguiente relato y su reflexión al respecto:

                   
Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia,   debería clavar un clavo detrás de la puerta de su alcoba.                                                                                      
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta.
Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.
Descubrió que era más fácil controlar su genio, que clavar clavos.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el tiempo.
Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su mal genio.   Los días pasaron, y el joven pudo anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta...     Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta de su alcoba y le dijo:

-Haz trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves…   Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero,  del modo como se lo digas lo devastará, y la cicatriz perdurará para siempre….



Este relato me ha hecho reflexionar, ya que muchas veces, nosotros herimos/hacemos daño a personas, sin darnos cuenta, a través de insultos, peleas..., dejando heridas y huellas en ellas; luego nos arrepentimos de lo hecho e intentamos cambiarlo, pidiendo disculpas, pero a veces es demasiado tarde, porque el daño ya está hecho, y el dolor que pueda sentir esa persona tardará en olvidarse…

Por lo tanto, antes de insultar a alguien debemos contar hasta diez o hasta veinte si fuera necesario,  pensando en cómo debemos actuar, para no hacer daño a nadie.

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