jueves, 20 de noviembre de 2014

Un chico paciente

Nayib, de 2ºA,  sigue dándonos a conocer su faceta de escritor:

Claramente estaba acostumbrado al rechazo, desde que era un chaval no había tenido verdaderos amigos, bueno, en realidad sí. Había tenido a mucha gente a mi alrededor. Ellos...supongo que estaban interesados en mi por mi apariencia. Dicen que soy muy guapo. Eso a mí la verdad es que no me importa mucho. Siempre he tenido las ideas bien claras, y eso, unido con que desde pequeño tuve una sobreprotección extrema por parte de mis padres me llevo a escaparme de casa con tan solo quince años. Justo al acabar la secundaria. Era un chico listo y me supe buscar más o menos la vida, empecé trabajando nueve horas al día en un restaurante chino, sin contrato claramente, pero pagaban bien. Aún así si hoy en día me viese en esa situación no me dignaría a trabajar en tales condiciones, aquello era simplemente repugnante. Por suerte sólo estuve una temporada allí, lo justo para ahorrar algo de dinero y alquilarme durante varios meses un pequeño piso. Luego seguí haciendo trabajos a tiempo parcial, hasta que por fin, un día salí de allí. Cogí el tren a las siete de la mañana con mis ahorros e intenté llegar a la parada más lejana que pudiera. Eso fue el inicio de una gran época para mí, hasta entonces había estado bastante cerca del lugar en el que vivían mis padres y creo que eso fue una especie de empujoncito, un empujoncito que me animó a hacer cosas nuevas, conocer gente. Poco a poco iba buscándome la vida como pudiera, y para ello era necesario tener amigos, amigos que te pudieran echar un cable y ayudarte en los momentos de necesidad. Me instalé en un apartamento en la playa, la verdad es que el alquiler me costaba un poco caro para lo que me ofrecía pero no me importaba, porque en ese momento hacía lo que quería. Como aún era menor seguía trabajando sin contrato, la verdad, no me importaba porque gracias a mi buen físico y mi don de gentes solía engatusar a los clientes de los lugares en los que trabajaba.

Una de mis pasiones era la tecnología, y uno de mis sueños era montarme un negocio que tuviera que ver con eso, pero mi situación económica en ese momento...no me lo permitía. Vivía bien, pero sin lujos. Ni siquiera tenía teléfono móvil, ni tampoco internet. Sólo tenía un pequeño portátil con el que me conectaba a internet algunas tardes en las que me tocaba el último turno en la cafetería. Cerraba el bar y miraba las redes sociales. Curiosamente tenía una obsesión, la de mirar el perfil de Facebook de mi hermana pequeña, yo la quería mucho y puede que fuese la única razón de mi arrepentimiento al haberme ido de casa. Por aquel entonces ella tendría unos 14 años, yo estaba a punto de cumplir 17, pero el trabajar tanto...me hacía parecer como si tuviera casi 25. No me importaba mucho, para mí el físico era algo que había que explotar en el ámbito laboral, y la verdad, eran muchas las chicas que me pedían dar una vuelta después del trabajo. Supongo que era porque en mi tiempo libre al no tener nada que hacer solía pasar largas horas en el gimnasio, y que también solía salir a correr. Pero bueno, en aquel momento yo no tenía la cabeza puesta en encontrar una chica ni nada parecido, al fin y al cabo aún tendría mucho mas tiempo para experimentar, y yo era un chico paciente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario